lunes, 7 de noviembre de 2016

Tizas cuadradas.


Hace unas semanas tuve que realizar una actividad sobre el método de resolución de problemas.

La verdad es que nunca me había parado a pensar que la resolución de problemas tenía un método definido, porque sinceramente después de trabajarlo no dista mucho del cómo intento trabajarlos cuando se los explico a mis alumnos.

En un mundo educativo de continuo movimiento, expansión e innovación no dejan de sorprenderme que técnicas que nunca hemos estudiado como docentes (yo al menos) las tengamos interiorizadas gracias a algún maestro que hace 30 años nos enseñó magníficamente a resolver problemas. No sé si esas maestras eran innovadoras en su momento, pero sé que fueron perfectas referencias y modelos de mi educación en los primeros años de mi vida escolar. Fueron maestras increíbles a las que tengo que agradecer ser quien soy hoy en día. No tenían ordenadores, ni materiales didácticos adaptados, no usaban la PDI, ni decían términos en inglés para molar más. Ellas no tenían blog, tenían tizas, ilusión, una sonrisa permanente, a veces mal genio y unos 40 alumnos por aula cada curso que no se les despistaba ninguno.






El método que estoy nombrando se llama POLYA, la maestra que me enseñó a resolverlos tan maravillosamente bien siguiendo el mismo método ( que dudo que supiera que se llamaba así, al igual que yo hasta hace 15 días) fueron la señorita Charo y la Hermana Clementina; docentes de la vieja escuela que me inculcaron grandes valores, conocimientos y quizás sin saberlo, el método POLYA, sin más recursos que su ingenio, saber y una tiza cuadrada... ¿sólo lo recuerdo yo?... no lo creo.

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