viernes, 7 de enero de 2011

No es fácil.

Hace unos años realicé mis prácticas de magisterio en la República Dominicana y compartí con cuatro amigas tres meses de trabajo en sus aulas y muchos buenos momentos dentro y fuera de ellas. Fue una experiencia entrañable y aunque han pasado casi siete años sigo recordándola con cariño día a día, sobre todo cuando estoy en el aula.
Allí tenían muchos "chascarrillos" que continuamente nos decían las maestras cuando preguntábamos o cuando hacíamos las cosas (ya las hiciéramos bien o mal). Muchas veces nos hacían gracia y luego las repetíamos hasta la saciedad en múltiples momentos, pero no eramos conscientes de cuanta razón tenían.
Hoy en día suelo usar la frase "No es fácil" con bastante frecuencia y recuerdo cuando mi maestra me lo decía cariñosamente ante una adversidad en mis prácticas.
No es fácil ser maestra hoy en día, pero es lo que soy y estoy orgullosa de ello. 
El día a día se presenta como un reto ya que en un aula por muy programado que lleves todo nunca sabes lo que puede pasar. Cuando vas hacia las aulas no sabes seguro quien va a estar ahí para recibirte, darte un beso y un abrazo y muchas veces decirte lo guapa que has ido hoy al cole con ese peinado nuevo (que normalmente es una coleta, pero a tus alumnos les parece maravilloso).
No es fácil porque la sociedad así lo ha impuesto, porque los maestros ya no estamos tan bien vistos como antes, porque se habla sin saber, ya que quienes más protestan no han estado jamás en un aula pero creen saberlo todo y tener la verdad absoluta. 
No es fácil porque cada vez hay más exigencias y menos recursos, más problemas y menos ganas de solucionarlos, más dificultades y menos apoyos...
Menos mal que por lo menos aún hay gente que se toma esto en serio, y sabe que digan lo que digan estamos ahí día a día intentando hacer grandes personas que estén orgullosas de sí mismas y que recuerden con cariño a sus maestras y maestros cuando sean mayores. 
Las maestras y maestros de infantil somos algo más que un archivo de canciones y de juegos, a ratos somos mamás y a ratos la bruja mala de los cuentos, somos parte de los juegos aunque no nos sepamos las reglas y somos el espectador más entregado en las funciones de teatro. Leemos, cantamos, dibujamos, jugamos, consolamos, enseñamos, corremos, saltamos, y no nos engañemos, alguna vez regañamos... 
No es fácil ser maestra, pero por lo menos tenemos la mejor recompensa del mundo: ver en cada carita de nuestros alumnos una sonrisa capaz de alegrar el día más triste; somos espectadores privilegiados al ver como avanzan en su aprendizaje, emocionarnos con ellos cuando consiguen superar un obstáculo y sobre todo somos "la seño" para bien y para mal, sea fácil o no.





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